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“No hubo área de la vida de la ciudad que no estuviera marcada por la inmigración”

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La historiadora María Liliana Da Orden, autora del libro Cruzar el océano. Inmigración, familia y trabajo (EUDEM, 2024), describe cómo fueron los períodos migratorios en Mar del Plata y qué lugar ocuparon los inmigrantes en el desarrollo de la comunidad marplatense.

 

Por Agustín Casa /

La Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata (EUDEM) lanzó en marzo el cuarto libro de la colección “Mar del Plata, entre el Mar y la Pampa”, una serie de publicaciones dirigidas al público en general en el marco del 150 aniversario de la ciudad.

En Cruzar el océano. Inmigración, familia y trabajo, la historiadora María Liliana Da Orden describe la influencia de la inmigración en la configuración de la ciudad desde sus comienzos, en las últimas décadas del siglo XIX.

La obra visita fuentes inéditas (cartas, entrevistas y fotografías) y se aproxima a los motivos por los cuales los inmigrantes llegaron a Mar del Plata. De esta manera, el libro detalla cuáles fueron sus actividades laborales, cómo estaban conformadas las familias y cómo fue su búsqueda de progreso en la ciudad. Los diversos colectivos migratorios son examinados con detalle, y se revelan sus particularidades y su impacto en la sociedad argentina.

Este título integra una serie de libros de divulgación que abordan diferentes momentos de la historia de la ciudad. La colección está dirigida por Elisa Pastoriza (historiadora y profesora emérita de la UNMDP). Además, el ensayista Alejandro Katz integra el equipo editorial.

En diálogo con Citecus, Liliana Da Orden (doctora en Historia, docente e investigadora de la Facultad de Humanidades de la UNMDP y profesora de la materia optativa Historia de Mar del Plata entre 2017 y 2022) cuenta detalles sobre cómo fueron los períodos migratorios en la ciudad y qué lugar ocuparon los inmigrantes en el desarrollo de la comunidad marplatense.

-¿Cuáles fueron los principales períodos de inmigración en Mar del Plata?

-En general coinciden con las grandes oleadas migratorias que recibió el país del otro lado del Atlántico, y esto ocurrió desde los inicios del poblado. La llegada fue muy importante durante la época de afluencia masiva, desde fines del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX y después en la segunda posguerra, desde 1948 en adelante. En el medio muchos fueron llegando después de haberse establecido primero en otros lugares: la ciudad de Buenos Aires, la provincia y también el litoral.

-¿De qué países llegaron los inmigrantes que se radicaron en la ciudad? ¿Se conoció a través de los censos cuál era el tamaño de las colectividades que se instalaron en Mar del Plata?

-En parte, la composición de la inmigración que se asentó aquí reflejó la que recibió el país, con algunas singularidades. Los grupos mayoritarios fueron los españoles e italianos, con la particularidad de que los españoles predominaron hasta que, en la oleada de posguerra, a fines de los años cuarenta y los cincuenta, los italianos pasaron a ser más numerosos. A fines del siglo XIX y principios del XX, el tercer grupo estuvo formado por franceses, sobre todo de origen vasco, ya que procedían de la zona de los Pirineos. Les siguieron en importancia libaneses y sirios, también rusos (muchos de ellos judíos), alemanes, e ingleses, etc. El censo de 1914, y también el de 1947, dio cuenta de un gran número de nacionalidades europeas y del este asiático, aunque bastante minoritarias.

-¿Por qué los inmigrantes eligieron Mar del Plata?

-Las razones, como siempre, son diversas y a veces convergen, pero podrían destacarse dos. Por un lado, el acelerado crecimiento del poblado que pasó a ser balneario y más adelante diversificó sus actividades en relación con el éxito de la actividad veraniega y otras afines, incluida la construcción. Mar del Plata era una ciudad que ofrecía oportunidades de trabajo que, además, podían combinarse con las actividades temporales del campo (por ejemplo, la cosecha). La otra razón de importancia para asentarse aquí fue el llamado de amigos y parientes que formaron verdaderas cadenas migratorias. Hay pequeños pueblos de España y de Italia de donde vinieron centenares de inmigrantes directamente a Mar del Plata debido a esos contactos. Esa es la razón de que los españoles del norte de León tuvieran tanta presencia (Pola de Gordon, Boñar, etc.), o bien los andaluces de Almería (Sorbas o Níjar, por ejemplo). La incidencia de la inmigración española a principios del siglo pasado en la zona tiene que ver con estas llamadas. También entre los italianos esto se dio, aunque la manifestación más intensa de este movimiento en cadena se observa en la segunda posguerra, cuando las redes de parientes asentados en los años diez y veinte se reactivaron para atraer nuevos inmigrantes. Esto fue muy fuerte entre los napolitanos y sicilianos que se asentaron en el puerto. Aquí incidió tanto el desarrollo de la pesca, impulsado desde la década de 1930, como el temor a una tercera guerra que llevó a muchas familias a querer partir de la península. En el caso de los sirios y libaneses, y también de los judíos rusos, polacos y alemanes, la relación con Mar del Plata no fue tan directa. En general, llegaban al lugar después de haber estado en otras localidades y, a lo sumo, si les iba bien, podían acoger a otros parientes y paisanos ya llegados al país.

-Teniendo en cuenta que durante algunos momentos los inmigrantes eran gran parte de la población de la ciudad, ¿qué lugar ocuparon en el desarrollo de Mar del Plata?

-En la época de gran inmigración, el papel que desempeñaron fue muy destacado. Pensemos que hacia 1914 la mayoría de los trabajadores varones eran inmigrantes y esto se reflejó mucho después. De hecho, en 1960, el 60 % de los mayores de 50 años eran personas que habían cruzado el océano. Quiere decir que todavía en los años sesenta los dueños de comercios, talleres, hoteles, etc., y también los que podían enseñar un oficio, habían nacido fuera del país. Volviendo hacia atrás en el tiempo, a fines del siglo XIX el 2° censo nacional revela que todos los pescadores que había en el lugar eran italianos o hijos de italianos y que el 90 % de los albañiles también lo eran. Esto tuvo una significativa continuidad en las empresas constructoras y pesqueras, fueran pequeñas o grandes, hasta bien avanzado el siglo XX y también en la actualidad. Otro tanto puede decirse de los españoles en el comercio y la hotelería, aunque había inmigrantes de distintos orígenes en todas las actividades. De manera que no existió una rama de la economía que no tuviera esta impronta.

También tuvieron una fuerte presencia en la sociedad y la cultura. Las fiestas públicas más importantes de la ciudad hasta los años 30 fueron las Romerías Españolas. La vida social se activó con las sociedades de socorros mutuos que, además, cubrían las necesidades de atención médica: las dos entidades italianas, la española, la sirio-libanesa, la israelita, por ejemplo. Esta última tuvo además una escuela desde mediados de los años cuarenta hasta fin del siglo pasado. Esto ocurrió también con los alemanes y, con menor duración, los italianos y los ingleses. Además de en el ocio y en la educación, dieron su impronta en la dimensión religiosa de la vida local. Varias congregaciones católicas estuvieron compuestas por inmigrantes (los sacerdotes de Don Orione que vinieron de Italia, los vascos franciscanos, y las hermanas alemanas Siervas del Espíritu Santo, por ejemplo). Pero también se incorporaron otros cultos gracias a la inmigración: anglicanos, metodistas y de otras iglesias cristianas, así como judíos y musulmanes. Puede decirse que no hubo área de la vida de la ciudad que no estuviera marcada por la inmigración.

-Los inmigrantes que arribaron a Mar del Plata, ¿pudieron desarrollar sus proyectos de vida como lo imaginaron al emprender el viaje?

-La pregunta es difícil de responder porque tiene una fuerte carga de subjetividad. En ese sentido, casi puede decirse que hubo tantas expectativas como inmigrantes. Si pensamos en la idea de progreso, es probable que los que vinieron hace más de cien años se hubieran acercado más a sus sueños que los que llegaron en la posguerra. Los estudios basados en las ocupaciones muestran que era factible para un trabajador convertirse en propietario, aunque solo fuera de su casa, si es que no de un pequeño o mediano taller o comercio. Claro que hubo quienes se fueron de la ciudad porque no les fue bien, sobre todo en los años de crisis, aun antes de 1930. Lo mismo pasó en los años 60. También estaban los que no se acostumbraban a la vida en el país. Muchas familias se fueron y algunas incluso regresaron a Mar del Plata. Porque la idea de progresar no solo era ganar más y tener una propiedad, sino vivir mejor, y eso suponía el estudio de los hijos, la casa propia, ir al cine, vestirse a la moda, todo aquello que suponía incorporar a la vida la modernidad del momento. Esto de por sí ya era una forma de superación personal y familiar. Por eso me gusta recordar la frase de una poeta asturiana que, entre otros lugares, estuvo en Mar del Plata. Se trata de Eva Canel, que decía que a los inmigrantes los movía el anhelo de ser y tener.

 


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