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Mar del Plata, la ciudad de todos

Mar del Plata, la ciudad de todos

Un grupo de historiadores de la UNMDP describe, desde distintas aristas, cómo fue el apogeo del turismo de masas en la ciudad en la década de 1960.

 

Por Agustín Casa /

Con sus 42 km de costa y su amplia oferta de alojamiento, Mar del Plata recibe cada año millones de turistas, con una mayor afluencia de visitantes durante el verano, cuando las playas reciben un aluvión de marplatenses y turistas durante sus vacaciones.

Sin embargo, como se sabe, la ciudad no nació como villa balnearia. El proceso de desarrollo de Mar del Plata como destino de ocio para las élites porteñas se produjo a fines del siglo XIX y su posterior mutación y crecimiento como lugar de descanso para las distintas clases sociales se dio a partir de la década de 1920 del siglo XX. De esta manera, Mar del Plata se convirtió en el balneario más importante de Argentina y llegó a su apogeo durante la década de 1960.

Este concepto es analizado desde distintas aristas en el nuevo libro El apogeo de “la ciudad de todos”. Mar del Plata en los años sesenta, editado por la Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata (EUDEM), que cuenta con las historiadoras Elisa Pastoriza y Melina Piglia con compiladoras.

La flamante publicación, que por el momento solo se consigue en su versión digital, presenta artículos de distintos investigadores e investigadoras, del Grupo Historia y Memoria del Centro de Estudios Históricos (CeHis) de la Facultad de Humanidades de la UNMDP, que abordan la plenitud del turismo masivo en la ciudad, las políticas públicas desarrolladas durante esa década para fortalecer el turismo, el trabajo de sectores vinculados a la actividad turística, el desarrollo inmobiliario en la ciudad y el recordado auge de la propiedad horizontal, y la infraestructura disponible para que los turistas lleguen a las playas marplatenses, entre otros temas. Los especialistas dedican estas páginas a un período poco estudiado y relevante en la historia de la ciudad.

Pero ¿por qué Mar del Plata hacia esos años es considerada “la ciudad de todos”? “En un momento que caracterizamos como de apogeo y cambio, maduran tendencias y proyectos gestados en los años previos, ampliando las potencialidades sociales de la ciudad, a la vez que se pone en crisis la idea que había atravesado su historia: su carácter universal, sintetizado en la apelación acuñada en la época ´la Mar del Plata de todos´. Mar del Plata completa un carácter identitario singular apelando a ese carácter universal, en un sentido policlasista y también espacial: todas las clases de la sociedad argentina (y también de sus variados territorios) concentraban sus vacaciones y ocio en el balneario nacional”, cuenta a Citecus Elisa Pastoriza, historiadora, profesora emérita de la UNMDP y compiladora de la nueva publicación.

Esos años no solo fueron importantes por la gran cantidad de turistas que recibieron las playas de Mar del Plata, sino también por el surgimiento de nuevos balnearios para los argentinos. Pastoriza señala: “Al principio, los años sesenta concentraron un momento de apogeo y comienzo de quiebre de esa idea de ciudad de todos, con la partida paulatina de los sectores altos (en esos años se consolidan centros turísticos alternativos de un turismo de élite, como Cariló y Pinamar, y Punta del Este), que entraron a competir con Mar del Plata. La ciudad de Villa Gesell, a 100 km de Mar del Plata, atrajo a las clases medias y en especial a los jóvenes”.

“La cultura turística argentina asistió a una paulatina mutación en los gustos, en un principio apenas percibida y en los sesenta definitivamente establecida: la tendencia que aspira a descansos estivales más conectados con la naturaleza, lo que lleva al progreso e instalación definitiva de varios balnearios surgidos en los treinta y cuarenta, como también el surgimiento de nuevas modalidades de hacer turismo, el mini-turismo, el campamentismo, y el llamado turismo de aventura. Esto es una cultura relacionada con los cambios en los gustos y las prácticas vinculadas al tiempo libre. Una búsqueda de un mayor contacto con la naturaleza y de contextos más tranquilos y relajados, asociados al descanso y la salud”, agrega la historiadora, quien también es coautora del libro Mar del Plata. Un sueño de los argentinos (Edhasa, 2019) y autora de La conquista de las vacaciones. Breve historia del turismo en la Argentina (Edhasa, 2011).

Historia de Mar del Plata
Turistas frente al mar en Varese (colección P. Mastropasqua, Fototeca Archivo Histórico Municipal Barili). // Foto principal: Playa Popular en 1958. Imagen tomada por Dimitri Kessel (Revista LIFE).

La construcción de Mar del Plata como balneario

Mar del Plata fue fundada al ritmo de la extensión de la frontera sudeste, en una etapa de crecimiento económico en el país, y por el interés que tenían los estancieros con propiedades en la región para desarrollar negocios en el sudeste bonaerense. La legalización del poblado tuvo lugar el 10 de febrero de 1874. La idea de ciudad de descanso para las élites llegó años más tarde.

“Si pensamos que las ciudades constituyeron el ámbito privilegiado para visualizar las diferentes transformaciones económicas, políticas y sociales, como también territorios de modernización y experimentación, la trayectoria de la ciudad de Mar del Plata puede resultar un caso emblemático en la historia del país. Complementando estas ideas, también hemos afirmado que los cambios sociales de la sociedad argentina moderna fueron dejando su huella. Desde la villa balnearia, hacia fines del siglo XIX, cuando es configurada para las clases altas, hasta la capital turística de masas en los años cincuenta y sesenta, con la proliferación de rascacielos y hoteles sindicales, el desarrollo y evolución de su geografía urbana retrata un itinerario que acompañó los cambios y vicisitudes de dicha sociedad nacional”, asegura Pastoriza.

En relación con el proceso que transitó la ciudad en materia turística, la especialista detalla: “Surgida como reducto veraniego de las clases dirigentes porteñas, Mar del Plata comenzó a abrirse hacia otras franjas sociales diferentes de las tradicionales en un proceso que, iniciado en los veinte, cobró mayor intensidad en las décadas siguientes; fue entonces que surgió el balneario de masas contemporáneo. La conformación de este espacio social tuvo efectos que trascendieron las rutinas del tiempo libre de las élites sociales argentinas, dando origen a un centro urbano con características sociales y políticas más complejas respecto del horizonte de pueblos provinciales a los que se asemejaba en su origen”.

Mar del Plata, la ciudad de todos

En ese camino hasta transformarse en una de las ciudades más importantes del país, Pastoriza identifica tres momentos: la villa balnearia (1886-1920), la ciudad turística (1920-1945) y la Mar del Plata de masas (a partir de 1945).

“La transformación de villa balnearia en ciudad turística implicó una renovada manifestación  -ahora en el ámbito del tiempo libre- de la tendencia característica que acompañaba el desenvolvimiento de la sociedad argentina desde principios de siglo: la permanente apertura social a los bienes públicos y el disfrute de capas más amplias de la población. Aquí tenemos presente las incontables y variadas estadísticas que permiten delinear los contornos de una sociedad con una fuerte movilidad, al compás de las oportunidades abiertas por la afortunada combinación entre una economía próspera y un espíritu público impregnado de progresismo social. Así, el proyecto que transitó los treinta, llamado en la época´la democratización del balneario de Mar del Plata´, condensó las tendencias de base que, desde el centenario, le darían a la Argentina el perfil de un país moderno y progresista en el contexto latinoamericano”, explica.

Y añade: “Esta etapa inicial de cambios estructurales fue continuada por un proceso de consolidación durante las dos primeras presidencias peronistas, aunque algunas consecuencias de las orientaciones abiertas entonces tuvieron una resonancia posterior. Los efectos de la Ley de propiedad Horizontal (1948), o el fortalecimiento económico de los sindicatos en el posperonismo, que permitió reconfigurar el perfil del radio céntrico del balneario e instalar los complejos vacacionales y la hotelería gremial, son algunos de los ejemplos más tardíos”.

historia de Mar del Plata
Vista aérea de Mar del Plata en 1964.  Crédito: Pedro Alcalde (Fotos de Familia Diario La Capital y Fotos Viejas Mar del Plata).

De las villas y los chalets a los edificios y los hoteles sindicales

La transformación turística que transitó Mar del Plata motorizó la transformación urbana que tuvo la ciudad a mediados del siglo XX y, en paralelo, esa mutación en la infraestructura permitió la llegada masiva de turistas en esas décadas.

“En las décadas centrales del siglo XX, Mar del Plata experimentó transformaciones edilicias sustanciales y aceleradas llevando la lógica del ´mercado inmobiliario del ocio´ a su apoteosis”, indica Víctor Pegoraro, doctor en Historia y becario posdoctoral del CONICET en el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (INHUS), del CONICET y la UNMDP, quien escribió uno de los artículos del flamante libro.

El historiador asevera que “la fisonomía del centro y la postal turística tradicional mutaron para siempre al construirse cientos de edificios de departamentos y demolerse gran parte de las antiguas residencias veraniegas y una gran cantidad de estructuras bajas (chalets, hoteles, casas de renta y locales) sobre las arterias más importantes y las zonas adyacentes a la costa”. “Así, se empezó a hablar de una ´segunda fundación´ de la ciudad por las grandes transformaciones acaecidas”, subraya.

Pegoraro resalta que el “boom horizontal” del periodo anterior abrió paso al “boom vertical” en las siguientes décadas. En este sentido, afirma: “El despegue se dio gracias a la posibilidad de construcción masiva de viviendas multifamiliares mediante el régimen de propiedad horizontal. La ley N° 13.512 fue sancionada en 1948 y su puesta en vigencia marcó un punto de inflexión en el uso y ocupación del suelo, facilitando el acceso a la propiedad de viviendas (antiguamente de alquiler) a diferentes dueños en un mismo piso o plano. De este modo, la norma potenció las construcciones en la ciudad a niveles inesperados”.

“Tal fue la repercusión del proceso -continúa- que en reiteradas ocasiones se llegó a afirmar en diarios locales, y de tirada nacional, que ´Mar del Plata era la ciudad que más construía en el mundo´ por sobre San Pablo, Nueva York o Tel Aviv.  Este increíble desarrollo marcó una época dorada de actividad plena, de ´euforia inmobiliaria´, de crecimiento urbano y poblacional por causas netamente económicas, pero también culturales”, comenta.

Pegoraro es autor del libro Mar del Plata vertical. Piqueta, construcción y progreso, editado por EUDEM en el marco de la serie “Mar del Plata, entre el mar y la pampa”, en consonancia con los 150 años de Mar del Plata. Sobre el auge de la construcción de viviendas multifamiliares con el ojo puesto en la actividad turística, el historiador sostiene que “la actividad de la construcción se potenció inmediatamente con las nuevas oportunidades que ofrecía el sistema”.

“La ciudad fue el primer destino de importantes capitales asentados en la ciudad de Buenos Aires que pudieron reproducirse de forma ampliada hacia la construcción para turismo. Ello la diferenció del concierto de localidades argentinas donde el primer efecto fue tímido y, en gran medida, posterior. De este modo, localmente las consecuencias de la famosa ley pudieron ser ya vislumbradas de manera resonante durante la década de 1950, y aún antes de la caída del peronismo”, describe.

Asimismo, Pegoraro destaca que “junto a los cambios operados en la oferta, la demanda actuó como una fuerza de mercado clave para evidenciar una nueva etapa de transformaciones urbanas” y que “la atracción por la compra de nuevos inmuebles en la costa atlántica devino de una conducta económica específica de las clases medias argentinas en esa coyuntura”.

“Poder veranear en Mar del Plata significaba para los crecientes grupos sociales medios de la Argentina todo un símbolo: el acceso a las vacaciones en familia, otrora privilegio de una élite restringida, y el atractivo del Casino más importante del país. De ahí que empezara también una sostenida demanda de departamentos y la posibilidad de acceder a una vivienda frente al mar ya desde fines de los años cuarenta y antes de ser sancionada la ley. Se trató de un fenómeno nacional, los departamentos fueron un bien de consumo dirigidos a los miles de visitantes que llegaban cada año y que estaban en condiciones de comprar: la oferta era el mar, el sol, la playa y el casino. Justamente, la edificación visibilizó el mito de ´ciudad feliz´ como horizonte progresista abierto a todos los públicos”, resume.

historia de Mar del Plata
La avenida Colón en 1969. Crédito: Roque Martínez (Fotos de Familia Diario La Capital).

Expansión no planificada de la ciudad

Para el historiador, este proceso de transformación que experimentó la ciudad “consolidó a Mar del Plata como mercancía edilicia de la Argentina”. Pero advierte que “paralelamente a los récords de construcción y a la especulación, la ciudad creció espasmódicamente sin una auténtica regulación orgánica, planificada y organizada que encauzara la iniciativa privada, a lo que se sumaron ciertas excepciones reglamentarias”. Y añade que “pese a la gran cantidad de m2 construidos, el déficit habitacional local se acrecentó en los siguientes años”.

Hubo una mezcla casi total de las construcciones estacionales y permanentes sin seguir un patrón de sustentabilidad arquitectónica. Sin embargo, este proceso de valorización inmobiliaria trascendió el radio céntrico, manifestándose en la gran cantidad de loteos que se realizaron en los sectores alejados y en la periferia: lo que dio nacimiento a nuevos barrios donde se instalaron la clase media baja y los trabajadores. Asimismo, dada la avanzada de la propiedad horizontal, y la forma en que la clase media argentina podía acceder a la propiedad, el sector hotelero tradicional sufrió una drástica depresión. Ello estuvo acompañado de otra competencia como la hotelería sindical de los años sesenta”, describe Pegoraro.

En esta línea, el investigador del CONICET afirma que “las inmobiliarias y las constructoras buscaban satisfacer las necesidades de un amplio espectro de compradores no residentes, por lo que la oferta privilegiaba las unidades de temporada de uno y dos ambientes” y subraya que “el uso veraniego de los departamentos en propiedad horizontal resultaba la propuesta más dinámica, marcando la pauta de una verdadera ´euforia inmobiliaria´ que subsumió a otros subsectores dentro de la construcción y a la actividad hotelera”.

El 80 % de las obras realizadas atendían a las demandas del momento, es decir, para fines de turismo, descanso y veraneo. Muchas empresas se adhirieron a ciertos criterios de construcción de la época, hoy en día vistos como deficientes. Así, se aprovechaba por frente y fondo todo el terreno, prácticamente carecían de cocheras y presentaban ciertas características como la inexistencia de puerta de servicio, placares chicos, baños muy pequeños, cocinas reducidas o poca iluminación. Por otra parte, un 20 % de los departamentos se destinaba hacia un público más selecto y exigente, presentando, en comparación, un mayor tamaño y calidad. Algunas empresas privilegiaron las llamadas ´unidades de temporada´, pero muchos encontraron real oportunidad en los dos casos”, sintetiza.

historia de Mar del Plata
Mar del Plata en 1969. Foto: Archivo General de la Nación.

Me largo a Mar del Plata

“Me largo a Mar del Plata, yo me voy” dice la inconfundible voz de Carlitos Balá en la canción homónima que habla sobre algunas bondades turísticas de esta ciudad que lo recibió durante tantos años, como a millones de argentinos.

Ahora, ¿cómo llegaba el turismo de manera masiva a Mar del Plata? Esa gran llegada de visitantes, en el momento de apogeo del turismo de masas en los años 60, se apoya en las infraestructuras de acceso.

Las más importantes son el ferrocarril y la ruta 2 pavimentada, y ambas son previas: la ruta se pavimentó en 1938 y el ferrocarril estaba desde fines del siglo XIX”, indica a Citecus Melina Piglia, doctora en Historia, investigadora del CONICET en el INHUS y compiladora del libro El apogeo de “la ciudad de todos”. Mar del Plata en los años sesenta.

La historiadora destaca que “para los años sesenta, la llegada de turistas en automóvil a Mar del Plata creció vertiginosamente: se multiplicó por tres entre las temporadas de 1959-1960 y 1970-1971”. Y agrega que “para 1972-1973 creció otro 30% y llegó casi a los 3 millones de turistas” y que “más de la mitad se trasladó en automóvil”.

La ruta 2 no acompañó estas transformaciones y en los sesenta estaba desbordada: llegar a Mar del Plata se volvió una prolongada odisea. La infraestructura de alojamiento se expandió al ritmo de la masividad, sobre todo en dos renglones principales: los hoteles sindicales (y ahí hay una buena parte de la explicación del boom de una Mar del Plata policlasista) y los departamentos”, reconoce.

En paralelo, Piglia sostiene que en aquellos años “el transporte aéreo tenía una demanda (y una oferta de vuelos) limitada” y reflexiona sobre el imaginario que se generó a partir de la infraestructura aérea: “La presión para expandir su infraestructura (modernizar y ampliar el aeropuerto, darle categoría internacional) se vincula con un imaginario local que cree en las posibilidades de convertir a Mar del Plata -la gran ciudad turística argentina que todavía atrae a un turismo de elite, que se aloja en el Hotel Provincial, por ejemplo- en un destino de playa internacional”.

“Desde esa mirada -continúa-, el asunto parecía ser solo una cuestión de invertir en generar las ´facilidades´ necesarias y hacer conocer a los extranjeros la existencia de las ´bellezas´ con las que Mar del Plata contaba, los atractivos incuestionables del balneario harían el resto. Esto dialoga con imaginarios muy fuertes en la época que ven en el turismo internacional una clave para el desarrollo y una fuente de divisas”.

Piglia afirma que entre 1960 y 1965, llegaron a Mar del Plata 1.400.000 turistas al año en promedio. En tanto, ese número creció a partir de 1967, cuando la ciudad pasó a recibir dos millones de turistas al año.

“De ellos, alrededor del 1,5% llegaron por vía aérea. Aunque el movimiento del aeropuerto se duplicó a lo largo de la década del ’60, sus vuelos representaban una proporción baja del tráfico aéreo argentino y su importancia solo comenzó a crecer moderadamente después de 1967”, asegura y agrega: “La gran mayoría de quienes llegaban a Mar del Plata lo hacían desde Buenos Aires. El aeropuerto de Mar del Plata resultaba en los años sesenta suficiente para el tráfico que recibía: no había una excesiva demanda insatisfecha de pasajeros o una crisis de accesos”.

Mar del Plata, ¿destino internacional?

En relación a la aspiración de sectores de la ciudad de convertir a Mar del Plata en destino internacional, Piglia considera que “es casi imposible evaluar si efectivamente había masas de turistas extranjeros dispuestos a preferir Mar del Plata”.

Mar del Plata era (es) un destino marítimo de aguas frías y, a diferencia de lo que había pasado antes de la Primera Guerra Mundial, en los años sesenta el turismo internacional se volcaba masivamente a los balnearios cálidos del Mediterráneo y del Caribe. Por otro lado, si para los marplatenses la ilusión del turismo internacional los impulsaba a demandar obras en el aeropuerto, la mirada del Gobierno de Onganía sobre Mar del Plata no parece haber sido esa: la ciudad había quedado fuera del régimen de promoción destinado a facilitar la instalación y explotación de hoteles internacionales de turismo”, detalla.

En tanto, la historiadora destaca que había “un problema desde el punto de vista de las líneas aéreas, porque el aeropuerto no podía recibir aviones jet, que eran los que tenían mejor rentabilidad, y se veían obligados a atender esa ruta con turbo-hélices”.

“Finalmente, las reformas se hacen a fin de la década para solucionar eso, y se hace lo mínimo indispensable”, sostiene.

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Playas céntricas de Mar del Plata en la década del 50. Foto: Archivo General de la Nación.

Fotografías de la ciudad que recorrieron el mundo

“Toda fotografía es un documento histórico que permite estudiar la época en la que se produce. O mejor aún en este caso, lo que un medio de prensa (Revista LIFE) quiere sostener ideológicamente. Desde el fotoperiodismo hablamos de fotografías públicas, que se incluyen a partir de un proceso de edición, y además conforman el género denominado ´ensayo´. Este es muy utilizado por los medios de comunicación, en particular en el fotoperiodismo, en auge en Estados Unidos a fines de los años treinta del siglo XX, dada su flexibilidad y apertura para exponer ideas o defender una tesis conceptual. Su finalidad inmediata no es proporcionar información, sino hacer pensar y reflexionar”, explica Susana Delgado, licenciada en Letras, doctora en Historia y docente-investigadora de la UNMDP.

En el nuevo libro de EUDEM, Delgado es autora de dos artículos, uno junto a Miguel Ángel Taroncher titulado “Mar del Plata ´La perla del Atlántico´: un ensayo de Life en español sobre fotografías de Dimitri Kessel”. Posiblemente algunas de las imágenes más famosas de Mar del Plata sean las que tomó en 1958 Dimitri Kessel, fotógrafo ucraniano de origen alemán que fue colaborador de las revistas LIFE y LIFE en español.

“(Kessel) fue el autor de más de un centenar de imágenes que se encuentran disponibles en la web, de las cuales la revista seleccionó once imágenes e incorporó con escasos textos que se reducen a los epígrafes que acompañan a cada una de las imágenes, y refieren a diferentes aspectos urbanos: edificación, hoteles, clubes de esparcimiento, confort de las playas, parque automotor, clases medias y altas, que conviven sin tensión, en los diversos espacios abiertos de la ciudad”, comenta Delgado.

La especialista resalta que esas imágenes “representan una ciudad turística –única en el Atlántico sur- a través de la cual se exaltan las virtudes y excelencias del capitalismo norteamericano, impulsado por los gobiernos, sin atisbos de mención de los fuertes vaivenes político-militares predominantes en ese momento”.

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Playa Bristol en 1958. Foto: Dimitri Kessel (Revista LIFE).

¿De qué manera aparece Mar del Plata en la revista LIFE?

“La puesta en foco de Mar del Plata en la revista LIFE ubica a la ciudad como un destino internacional excepcional. Sin embargo, es necesario contextualizar que el balneario argentino se presenta a continuación de las dos notas principales, promocionadas en la portada. En primer lugar, una columna especial del presidente Kennedy que enuncia las características de la Alianza para el Progreso y, en segundo término, el reporte desde Washington del periodista especializado Miguel Acoca, quien informa y analiza aspectos puntuales de la propuesta del presidente norteamericano”, indica Miguel Ángel Taroncher, doctor en Historia por la Universidad de Valencia y docente-investigador de la UNMDP.

Según el historiador, en esta edición de la revista estadounidense “la idea de ´ciudad de todos´ se expresa en las fotografías que conforman una animada síntesis de un verano caracterizado por la masividad y diversidad de consumos”.

“Este esplendor conformaría la ecuación del ´progreso´ y ´desarrollo´ socioeconómico en el que se basaban los postulados de la propaganda del american way of life (para consumo interno y exportación) y que reafirmaba la Alianza para el Progreso. Esa era la política de Estado tanto de demócratas como de republicanos”, detalla.

historia de Mar del Plata
Mar del Plata en 1958. Foto: Dimitri Kessel (Revista LIFE).

El especialista también describe que “las características del registro de Kessel lo hacen funcional, no solo a los gobiernos norteamericanos del período 1958-1961, en la línea de la propaganda anticomunista, que difunde LIFE y luego LIFE en español; sino que también remarca un foco de prosperidad, que se exhibe a través del turismo, en una ciudad que condensa y muestra el auge de la clase media, cuyo crecimiento se consideraba el más eficaz medio para combatir el comunismo”.

La selección fotográfica configura así una propuesta estético-política de integración social, dirigida a un público de clase media y alta, tanto nacional como internacional, destinada a promover, a la vez que promocionar, un espacio simbólico que conjuga instancias de ocio recreativo en el que se destaca expresamente la pluralidad de actividades para públicos de diferente poder adquisitivo: una ciudad ´de todos y para todos´”, concluye Taroncher.

 


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