La arqueóloga Diana Mazzanti (investigadora de la Facultad de Humanidades de la UNMDP) describe las características de las pinturas rupestres halladas en distintos sitios arqueológicos del sistema serrano de Tandilia.
Por Agustín Casa / Follow @Agustin_Casa
Suelen difundirse ejemplos de arte rupestre de las cuevas de Altamira (España) y Lascaux (Francia). O incluso del actual territorio argentino, como la Cueva de las Manos en la Patagonia. Pero ¿se han hallado registros de arte rupestre de las comunidades indígenas que poblaron la región pampeana?
“Se investigaron 35 sitios en el cordón serrano de Ventania, los que poseen pinturas rupestres en distintas partes de los reparos rocosos con diversos grados de conservación debido al gran impacto antrópico. En tanto, en el sistema de Tandilia, la presencia de arte rupestre es menor. A la fecha, se han descubierto nueve sitios concentrados en el sector oriental de estas sierras y otro sitio se localizó en el occidente de este cordón serrano, dentro del partido de Olavarría”, cuenta a Citecus Diana Mazzanti, doctora en Arqueología e investigadora del Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
La especialista señala que las sierras pampeanas se constituyeron en el escenario donde las sociedades de cazadores-recolectores prehispánicos señalaron su pertenencia territorial mediante el arte rupestre. Remarca que “las antigüedades del arte rupestre son difíciles de obtener de modo directo, ya que se precisarían muestras de pintura que conservaran materia orgánica para procesarlas por métodos radiométricos”. Y añade: “Esto no es el caso del arte en la región pampeana, porque no se conservan sustancias orgánicas que permitan datarlas por el método de carbono 14 (14C)”.
“Las cronologías obtenidas para el arte en esta región están vinculadas a los datos cronológicos (14C) procedentes de los contextos arqueológicos excavados en los pisos de los sitios que contienen arte en muros y/o techos de cuevas. Los restos de los carbones de los fogones arqueológicos permitieron obtener dataciones, conociendo las fechas en que las sociedades de cazadores-recolectores ocuparon esos sitios y gestaron los códigos visuales (arte rupestre) durante un rango temporal entre 1.200 a 500 años AP (Antes del Presente), es decir, son previos a la llegada de la conquista europea”, describe Mazzanti.
Los registros de arte rupestre en la región son tardíos, si se tiene en cuenta que la ocupación inicial de esta zona se produjo hace 11.000 años. En esta línea, la arqueóloga destaca: “Tal vez factores de índole paleoclimáticos que registran mayores índices de humedad a partir del inicio del poblamiento humano de la región pudieron afectar la preservación. Situaciones que contrastan con la aridez de la Patagonia, donde conocemos algunos lugares (Cueva de Las Manos) que indicarían que estas prácticas estéticas se practicaban desde los 9000 años AP”.
En nuestra región, los sitios arqueológicos que conservan arte rupestre fueron hallados en los extremos del sistema serrano de Tandilia. Por un lado, en el partido de Olavarría y, por otro, en los partidos de Balcarce y General Pueyrredon. Según la investigadora, estos vestigios de arte rupestre se encuentran en propiedades privadas, sin acceso al público. Sin embargo, algunos de esos sitios fueron vandalizados.
¿Qué es el arte rupestre?
“Se refiere a un sistema de expresión plástica producido sobre rocas utilizando pinturas o grabados, con el fin de representar imágenes que expresaron símbolos visuales y estéticos de las identidades de los pueblos que nos precedieron”, define Mazzanti y agrega que se “utilizaron las rocas naturales (cuevas, paredones y bloques al aire libre) como soportes donde fijar estos códigos sociales”.
“El arte rupestre y sus diversas expresiones se comprenden como modos ideológicos de señalar ciertos lugares considerados importantes, ya sea por su cercanía a recursos naturales críticos, como el agua, o bien por ser lugares seleccionados para rituales vinculados a las creencias de esos pueblos”, explica.
Mazzanti señala que, por la dureza de las cuarcitas, que son las rocas que componen mayormente las sierras de Tandilia, en esta región no se utilizó la técnica de grabados. Según los registros, en Tandilia se ha producido arte rupestre mediante la producción de pinturas elaboradas con minerales arcillosos.
Estos minerales sostiene que los obtuvieron de estas sierras. “Existen puntos geográficos con estratos formados por óxidos de hierro u otros minerales arcillosos que resultan muy abundantes, por ejemplo, en las sierras de Barker, San Manuel y Batán, donde la explotación minera es actualmente muy intensa para obtener calizas y arcillas de colores destinadas a la industria cerámica. Lo que indica que esas fueron áreas de obtención de sustancias colorantes hasta la actualidad”, detalla.
A partir de estudios químicos en el marco de las investigaciones arqueológicas, se conoció que “esos lugares fueron conocidos desde los inicios del poblamiento de la región, porque se pudo determinar cuáles fueron las fuentes de aprovisionamiento (canteras) donde obtuvieron fragmentos de hematitas (arcillas rojas), goethitas (arcillas amarillas) e ilitas y caolinitas (arcillas blancas), destinados tanto a la producción de pinturas, como para el proceso de curtido de pieles y cueros frescos”.
¿Cómo es el arte rupestre que se puede observar en la región de las sierras de Tandilia? “La producción de representaciones pintadas se caracteriza por el predominio de motivos abstractos, a veces figurativos y en su mayoría son rojos, con menos presencia de amarillo. Se realizaron aplicando pinturas con dedos, hisopos y tal vez mediante estarcido por soplado, logrando motivos simples, como líneas rectas cruzadas, otros son compuestos como grecas con líneas quebradas, en zigzag, romboidales, circulares, triangulares, curvilíneas. La mayoría de los motivos se hallan combinados y muchos conectados. Lo que no corresponde es interpretar las figuras desde nuestro campo racional occidental, no conocemos los motivos concretos ni el significado otorgado por esas sociedades a los códigos que crearon que les sirvió como un modo de comunicación visual”, subraya Mazzanti.
El valor cultural y el significado del arte rupestre
Según la arqueóloga, “los reparos rocosos que conservan pinturas rupestres tienen, en su mayoría, una orientación hacia el oriente (salida del sol sobre el océano Atlántico), por ello, este factor se considera que pudo configurar un aspecto central en la ideología de esos grupos y en la consecuente selección de los reparos donde pintar sus símbolos de identidad para un uso ceremonial”.
En este sentido, advierte: “En las sociedades americanas las prácticas estéticas difieren marcadamente del concepto de ´arte´ occidental, no se producían objetos solo como bienes artísticos. Toda producción material de objetos estuvo ligada a la naturaleza histórica de esas sociedades que los produjo, los que expresan las decisiones sociales que las identifica”.
“Los símbolos geométricos expresados en el arte rupestre se emplearon también en la decoración de las vasijas de cerámica. Esta iconografía expresó identidades compartidas y aspectos de la estructura social asimétrica característica del surgimiento de especialistas”, añade.
Estas evidencias sobre arte rupestre en la región “dan cuenta de las expresiones simbólica materializadas en códigos sociales compartidos entre las sociedades humanas previas a la llegada del conquistador”.
Además, la arqueóloga resalta que “el valor interpretativo que tienen estas pictografías surge de considerarlas inmersas en el contexto histórico que las originó, es decir, la esfera ideológica de estos antiguos grupos de cazadores-recolectores estuvo básicamente relacionada a la organización material (producción, distribución y consumo) de la vida social e identitaria de los pueblos pampeanos”.
“El arte rupestre sugiere nuevos roles y la presencia de especialistas, aquellos que produjeron los motivos, las sustancias colorantes y los discursos vinculados. Estos nuevos sujetos sociales manipularon información visual y mítica, indicando nuevas necesidades dentro de un contexto histórico de crecimiento poblacional en toda la región, lo que implica que hubo mayores complejidades en cuanto a las interacciones sociales con grupos de áreas lejanas”, concluye Mazzanti.
Fotos: gentileza Diana Mazzanti. No reproducir imágenes sin autorización de la investigadora.
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